Iglesias Reformadas en Argentina
Inscripción Fichero de Cultos Nº 552
Nuestra ayuda
está en el nombre del Señor,
que hizo el
cielo y la tierra. Salmo 124:8
Declaración de Fe
Declaración de Fe de las Iglesias Reformadas en Argentina Contra la Injusticia Económica y la Destrucción de la Tierra
Nosotros y nosotras, miembros de las Iglesias Reformadas en la Argentina reunidos en ocasión del XXXV Sínodo, creemos oportuno rescatar el espíritu que nos anima a través de la frase: "celebrar el servicio" y también la riqueza del trabajo que se lleva adelante en nuestras comunidades.
Es indudable que todo esto implica desafíos concretos que no podemos eludir, si queremos evaluar objetivamente dicho servicio. Entre ellos preguntarnos: ¿cómo integrar celebración y servicio? ¿cuál es nuestro aporte evangélico? y ¿cómo ser una comunidad alternativa de contención y resistencia?
Pero todavía deberíamos avanzar más en la reflexión acerca de cómo constituirnos en "comunidades del compartir y de la redistribución de recursos", para afirmar así la justicia de Dios en los sectores más desprotegidos de nuestro país.
Por eso:
Confesamos la absoluta soberanía de Dios –Padre, Hijo, Espíritu Santo- sobre toda la creación, como así también sobre nuestra vida, nuestro tiempo, nuestros talentos y nuestros bienes.
Del Señor es el mundo entero con todo lo que en él hay, con todo lo que en él vive (Salmo 24: 1)
Reconocemos la alegría de Dios por la totalidad de su obra, y la bendición sobre esta creación:
- el universo espacial – sol, luna, estrellas...
- nuestro hábitat y lo que surge de ella –la tierra, la naturaleza vegetal, animal...
- la humanidad –creados a imagen y semejanza de Dios en diversidad de capacidades, talentos y formas culturales.
Dios vio que todo lo que había hecho estaba muy bien (Génesis 1:31).
El Señor se alegra en su creación (Salmo 104:31)
Aceptamos que la totalidad de la obra de Dios está destinada a la plena interrelación e interdependencia para beneficio y crecimiento mutuos. La Creación en su totalidad está llamada a alabar a Dios.
Alaben todos el nombre del Señor, pues solo su nombre es altísimo (Salmo 148)
Afirmamos que el único medio para lograr que la obra creadora de Dios no pierda su sentido original es vivir en la justicia del Reino, adoptando como propios los valores encarnados por Jesucristo.
Busquen primeramente el Reino de Dios y su perfecta justicia. Y lo demás será añadido... (Mateo 6:33)
Que fluya como agua la justicia y la honradez como un manantial inagotable (Amos 5: 24)
Confesamos el pecado individual y social que en medio de toda la grandeza de Dios, la ambición humana de “querer ser como Dios” lleva a la desobediencia de su voluntad, desplazándolo del centro de la vida. De esta manera se quiebra la plena relación que Dios deseaba y así hombres y mujeres se volvieron en contra de hombres y mujeres, de la naturaleza y de Dios surgiendo la alienación, la destrucción, la guerra, la invasión, la violencia como método de resolución de conflictos, la degradación, la muerte.
El pago que da el pecado es la muerte (Romanos 6:23)
Hoy vemos la expresión del pecado que sigue destruyendo el plan de Dios, y lo hace en la forma de un proyecto económico-cultural-político-educativo-ecológico y social globalizado, hoy presente en el modelo neoliberal, y sostenido en la mundialización de los medios masivos de comunicación, por el cual unas pocas personas acumulan enorme riqueza mientras que la gran mayoría de la población es condenada a la miseria, el hambre, la enfermedad, la ignorancia, la explotación, la marginalidad. En otras palabras, en lugar de tener acceso pleno a la vida, apenas sobreviven. Este mismo proyecto económico también abusa de la naturaleza en la explotación indiscriminada del aire, de la tierra y de las aguas.
Jesús vino al mundo para afirmar la vida como el don de Dios para la creación toda, recordándonos el pacto de Dios.
Yo he venido para que tengan vida y la tengan en abundancia (Juan 10:11)
Miren, yo voy a establecer mi pacto con ustedes y con sus descendientes, y con todos los animales que están con ustedes y que salieron de la barca: aves y animales domésticos y salvajes, y con todos los animales del mundo. Mi pacto con ustedes no cambiará: no volveré a destruir a los hombres y a los animales... (Génesis 9: 8-11)
Es por todo esto que:
- Afirmamos nuestra inquebrantable esperanza en la voluntad de Dios para este mundo y en este tiempo
- Rechazamos todo proyecto económico, político, social y cultural que intente desplazar a Dios como soberano
- Denunciamos todo lo que impide el desarrollo de la vida en toda su plenitud, tal y como reiteradamente Dios lo ha manifestado como su voluntad
- Denunciamos todo acto que desvirtúe la alegría de Dios por la obra creada en su riqueza y diversidad
- Rechazamos todo lo que destruye la interrelación deseada por Dios y que se afirma en el egoísmo e individualidad de todo tipo
- Reconocemos que el pecado no puede aportar a la construcción del mundo tal y como Dios lo quiere, sino que solo lograr afirmar todo lo que separa, mata y duele
- Expresamos nuestra solidaridad con todas las mujeres, los hombres, los ancianos, los jóvenes y los niños que subsisten en una realidad de muerte.
- Nos comprometemos
a vivir fielmente la voluntad de Dios en nuestra vida personal, social, religiosa, cultural y política,
a levantar firmemente nuestra voz ante la injusticia en todas su expresiones,
a ser solidarios con todas las víctimas de todo sistema que se oponga a la plenitud de la vida,
a vivir en la permanente esperanza del Reino.
LAS IGLESIAS REFORMADAS EN LA ARGENTINA AFIRMAMOS NUESTRA FE EN JESÚS, QUE YA HA VENCIDO EL PROYECTO QUE ATENTA CONTRA LA VOLUNTAD DE DIOS, Y NOS COMPROMETEMOS A PROSEGUIR INDAGANDO EN NUESTRAS FORMAS DE CELEBRAR LA VIDA Y DE SER COMUNIDAD PARA SERVIR CON ALEGRÍA.
Dijo Jesús: “En el mundo habrán de sufrir, pero tengan valor yo he vencido al mundo” (Juan 16:33)
Aprobada en el XXXV Sínodo de las Iglesias Reformadas en Argentina
Reunido del 14 al 16 de junio de 2003 en la ciudad de Tandil